domingo, septiembre 07, 2008

Barracas se convierte en uno de los barrios preferidos


Fecha: 04/09/2008 - Fuente: Buenos Aires Económico - 

Barracas se convierte en uno de los barrios preferidos de los desarrolladores:

La disponibilidad de m2 y los bajos costos impulsan el crecimiento de la zona

NEGOCIOS negocios@buenosaireseconomico.com

Mientras la cantidad de metros autorizados a construir disminuye significativamente, se observa un fenómeno que tiene que ver con el posicionamiento y avance del barrio de Barracas sobre los elegidos de siempre a la hora de edificar.

Palermo, Caballito, Puerto Madero y Belgrano parecían ser los destinos inamovibles para todos aquellos que quisieran emprender algún tipo de desarrollo inmobiliario.

A pesar de que de un tiempo a esta parte la falta de espacios, sobre todo en la zona céntrica, desplazó el eje de la construcción hacia zonas como San Telmo o Barracas, este último está atrayendo actualmente cada vez más nuevos proyectos de real estate.

Las causas de este fenómeno se relacionan con la mayor disponibilidad de terrenos, una aceptable dotación de infraestructura de utilización pública y, por sobre todas las cosas, el valor del metro cuadrado.

Mientras que en Palermo el valor del metro cuadrado construido es de u$s700 y en Caballito Norte de u$s450, Barracas tiene valores que rondan entre los 200 y los 300 dólares, esto en lo que se refiere a construcciones nuevas de todo tipo.

Es por ello que Barracas se encuentra entre los cinco barrios que concentran en los primeros meses de este año, un tercio de la edificación planeada, según difunde un relevamiento realizado por el Instituto de Economía de la UADE.

De este modo, comienza a mutar el paisaje fabril que años atrás caracterizó al barrio sureño para darle paso, principalmente, a emprendimientos donde sobresalen los corporativos, lo que convertirá a la zona en un nuevo polo de oficinas debido a la carencia de espacios en el centro de la Ciudad.

Las empresas, al no contar con alternativas en edificios de mayor categoría, y ante la necesidad de mayor espacio en el corto plazo, se vieron forzadas a relocalizarse o expandirse en otro tipo de edificios.

Esos inversores que vieron la oportunidad en el reciclaje de edificios clase B, optaron por ingresar en el negocio a un costo menor de compra, aprovechar el menor tiempo para la puesta en marcha del edificio en comparación con la construcción nueva y beneficiarse de una mayor cantidad de oferta de metros cuadrados en zonas aún no explotadas como ser las ex fábricas, textiles, depósitos, etcétera. De todas formas, el lugar también comienza a concentrar gran cantidad de complejos de viviendas.

VARIABLES. A nivel general, en la Capital, teniendo en cuenta la ubicación y la cantidad de los metros posibles a construir, los precios son muy variables. La incidencia (el valor del lote en relación con lo que se puede construir) registra una variación entre de 400 y 1.000 dólares el metro cuadrado, según el barrio.

Los operadores hacen el siguiente cálculo: si se pagan 500/600 dólares de incidencia y se suman otros 600 de costo de construcción por metro cuadrado propio (a los que habrá que sumar IVA, Ingresos Brutos, Impuesto a las Ganancias, entre otras cargas), se parte de un piso muy alto del orden de más de u$s2.000 el metro cuadrado, con lo cual se acota el target al que se dirigirá el proyecto. Por otra parte, salvo excepciones, no parece quedar mucha gente que esté dispuesta a pagar entre 3.500 y 4.000 dólares el metro cuadrado Del mismo modo se generaron otros polos de atracción en barrios tales como Flores, Coghlan, Núñez y Parque Patricios.

PERMISOS. En lo que conforma el conjunto de construcciones nuevas de todas las tipologías, se observa una disminución del 19,8% si se lo compara con el mismo período del año pasado.

De esas autorizaciones, el 43% del total se encuentran en Palermo, con un 12,4% de permisos; Caballito, con el 9,7%; Puerto Madero, con el 8,5%; Belgrano, con el 7,3%, y Barracas, con el 5 por ciento.

Si sólo se toma el segmento de viviendas nuevas, Barracas queda desplazado al sexto puesto, pero lentamente comienza a ubicarse entre los principales.

El sector de viviendas nuevas también experimentó una disminución al comparar los primeros siete meses de este año con los del 2007. La caída registrada, según la UADE, fue de casi el 30%, con un 46% de la superficie a construir concentrada en Caballito (11,7%), Palermo (11,4%), Puerto Madero (10%), Villa Urquiza (6,8%) y Belgrano (5,8%).

El relevamiento destaca que Puerto Madero sólo registró autorizaciones a construir viviendas nuevas en enero del 2008, lo cual bastó para posicionarse entre las zonas que lideran el segmento.

La Ciudad colapsaría dentro de 12 años

PERFIL BA SAB 6 SEP 2008    

 

SI NO HAY OBRAS, LLEGARÁ EL CAOS


El caos de tránsito de anoche fue otra señal de que la ciudad está al límite de recursos para satisfacer las demandas de su población estable, y el problema se agudiza con la diaria entrada y salida del habitantes transitorios del primero y segundo cordones del Conurbano que trabajan en el área metropolitana. Y este paisaje promete ser un paraíso frente a lo que los especialistas auguran para el futuro. Dos de los principales urbanistas de la Argentina pronostican que en diez años más, si no se hacen obras en las áreas más críticas, la Ciudad será inhabitable.

Por Euridice Ferrara

 

Anticipo. El tránsito en las horas pico: un desierto frente al panorama que aguarda a la ciudad.

El pronóstico es lapidario: si no se hacen urgentes obras de infraestructura y se redistribuye el espacio, en 2020 la ciudad “colapsará.” La ONU informa que en la actualidad más de la mitad de la población mundial, 3.300 millones de personas, vive en ciudades y prevé que en el 2030 esa cifra se duplicará. Aconseja emprender políticas globales para evitar agravar los problemas sociales y medioambientales.

Ante este panorama, la Ciudad de Buenos Aires no se comporta como una isla. Datos del INDEC indican que la población metropolitana de Buenos Aires incorpora cada diez años 1 millón 250 mil habitantes, y según el arquitecto Alfredo Garay, ex secretario de Planeamiento Urbano de la provincia y titular de Urbanismo en la facultad de Arquitectura de la UBA, “se estima que en 2020 se agregará el equivalente a una población de Rosario o Córdoba”.

Tal proyección es compartida por Juan Manuel Borthagaray, ex decano de la facultad de Arquitectura de la UBA y actual director del Instituto Superior de Urbanismo, Territorio y el Ambiente (ISU). Ambos profesionales advierten que, de no invertir y planificar a conciencia, la Ciudad de Buenos Aires tendrá, de aquí a diez años, 1 millón más de asentamientos, faltarán 150 mil casas, el transporte colapsará y las cloacas y el agua serán para unos pocos.

Asentamientos. Las ponencias de expertos en medio ambiente y urbanismo, presentadas en el último seminario Ambiente, Ciudad y Metrópolis en un encuentro organizado por la Defensoría del Pueblo porteña, concluyeron que las viviendas, los recursos naturales, el medio ambiente y el transporte serán cuestiones cruciales para planificar en un futuro inmediato. El arquitecto Garay prevé que “en diez años y de no invertir en la construcción de casas, habrá un asentamiento nuevo por cada vivienda que se levante”. En este sentido, Juan Manuel Borthagaray proyecta que “en diez años habrá 1 millón más de asentamientos en Buenos Aires, porque se está edificando más en departamentos lujosos, donde cada vez vive menos gente”. Por su parte, la Coordinadora de núcleos habitacionales informó a PERFIL que desde la crisis de 2001, la población en villas aumentó entre un 50 y un 300 por ciento; sólo en la Ciudad hay 180 mil personas viviendo en 18 villas.

Viviendas. Garay habla sobre la necesidad de planificar la construcción de viviendas: “El Plan Federal que implementó el Gobierno nacional planea construir 48 mil casas en el área. Pero se deberían edificar más de 30 mil viviendas por año, para que la gente tenga un hogar digno en 10 años. Concretamente, en la Provincia de Buenos Aires se necesitarán 300 mil viviendas nuevas y 600 mil refacciones y en la Ciudad, con 300 mil pobres, se deberían construir 150 mil unidades”.

Espacios verdes. Los especialistas que participaron del mencionado encuentro coincidieron en que “hoy hay un promedio de 2,7 metros cuadrados de espacios verdes por habitante” y que con las tierras públicas vacantes que hay en la Ciudad “este promedio podría elevase a 10, que es lo que piden las organizaciones ambientalistas internacionales”. Además, Garay estima necesaria “la creación de una entidad metropolitana que gerencie las tierras y no se las urbanice con parques industriales, countries y cárceles como las que bordean la Ciudad”.

Medio ambiente. Sólo en el Gran Buenos Aires, casi el 45 por ciento de la gente carece de cloacas y un 35 de agua de red y consumen agua de pozo. Según el ex funcionario “habría que duplicar la red de obras sanitarias”. La discusión latente entre los expertos es si se debe ampliar la misma cloaca central o hacer un sistema de redes autónomas y más chicas.

Transporte. Por su parte, Borthagaray analiza el estado de uno de los servicios que más cerca está de convertirse en el cuello de botella más crítico de la Ciudad. “Si no apostamos en serio al transporte público y masivo la situación es terminal, porque la cantidad de autos alcanzó su punto máximo de saturación. La única solución es que los coches no entren a las ciudades y que la gente se mueva en ómnibus, trenes, subterráneos, y bicicletas”. La clave del problema parece ser “crear una autoridad metropolitana que concentre la multiplicación de autoridades, planifique y regule de manera racional. Y crear un boleto intermodal con el que se pueda hacer combinación entre los diferentes medios de transporte”, agrega ex secretario. Con respecto a los trenes, “es necesario tener un mínimo de cuatro vías y duplicar el número de vagones, además de dejarlos impecables”. La tendencia mundial marca, además, la necesidad de reducir la cantidad de los pasos a nivel (ya sea soterrando vías o mediante puentes ferroviales).

Inversión. Todos estos temas se unifican en uno. Inversión. La Argentina crece casi al 9 por ciento anual, pero Garay advierte que “tenemos un problema de descapitalización y hay que invertir a través de un pacto metropolitano. En los años ‘30 la inversión fija era de un 5 por ciento del PBI y en 2001 no llegaba a 1. Hay que subir al 5 para que el crecimiento se condiga con una infraestructura urbana acorde.”

Trenes: caos e ineficiencia

Un tren varado en plena hora pico desató el jueves pasado una mañana de incidentes en la línea Sarmiento, en las estaciones de Merlo y Castelar. Más allá de las acusaciones del Gobierno nacional sobre quién ocasionó el incendio en los vagones y la pedradas violentas, lo cierto es que hace años se vienen dando incidentes en trenes y subtes a causa del enojo de los usuarios por el deficiente servicio que se presta. El problema sigue siendo el mismo: nace más gente, la población crece, quiere llegar en horario a sus trabajos y espera que haya una infrestructura urbana que les permita circular rápido y de forma segura. Pero nada cambia. La gente reclama mejor servicio y que quienes gobiernan piensen a futuro, planifiquen una estrategia coherente para el funcionamiento del servicio público y prevean las peligrosas consecuencias de seguir en estado de inacción.

El Gobierno estudia dejar afuera de los carriles exclusivos a los taxis

El Gobierno porteño está en una encrucijada y tiene serios inconvenientes para definir un tema más que sensible para avanzar sobre el caos de tránsito porteño: el rol de los taxis en los carriles exclusivos, próximos a inaugurarse.

Desde hace semanas, el subsecretario de Transporte porteño, Eduardo Moreno, se reúne con asiduidad con representantes de los taxistas, sin poder edificar un acuerdo.

A fines de julio pasado, después de una masiva movilización de los choferes, se firmó una “paz” por 120 días y ambos se comprometieron a abrir una mesa de negociaciones para resolver el tema en conjunto. El acta tenía una salvedad: el Gobierno no podía tomar ninguna decisión sin el aval de los taxistas.

Si bien el plazo de la tregua termina el 23 de octubre, el tiempo se agota porque la primera etapa de la ampliación de los carriles exclusivos que ya operan en algunas avenidas porteñas está pautada para el próximo lunes 15 de septiembre, en una semana.

Definición. Por eso, la paciencia del propio jefe de Gobierno, Mauricio Macri, se agota con cada “bajada de bandera”. Ayer exigió a sus funcionarios que pongan un punto final al conflicto esta misma semana sin falta. Ordenó que el subsecretario tome las deciciones necesarias y se haga responsable en persona del tema. Y de las consecuencias.

Por otra parte, la negociación podría dar un giro inesperado durante la reunión de este lunes entre el Gobierno y los gremios porque en la cúpula de la subsecretaría tienen casi decidido que los taxistas sin pasajeros se quedarán fuera de los carriles, al menos en las horas pico, de 17 a 20. También estudian extender la medida al resto del día.

El problema es que los choferes –con un gran poder público de negociación– quieren circular libremente por las vías preferenciales (dos carriles a la derecha) que se crearán en varias avenidas porteñas para aceitar el transporte público. No los convence la idea de que sea sólo un beneficio para los colectivos.

Su argumento es que si se quedan afuera cuando están desocupados, deberán levantar pasajeros de la mano izquierda. Esto les implicaría complicaciones operativas y una merma en el trabajo, porque la gente “está acostumbrada a parar taxis de la mano derecha”, aseguran.

Claudio Palmeiro, vocal del Sindicato de Peones de Taxi que dirige Viviani se mostró preocupado por el lento avance de las negociaciones y explicó que el Gobierno todavía no les comunicó que se quedarán fuera de los carriles. “No es lo que nos dicen en las reuniones”, aseguró y aclaró que los taxistas hicieron varias propuestas –como circular por un sólo carril, de los dos exclusivos – que están siendo evaluadas por los técnicos de la subsecretaría.

“Ya nos vimos bastante perjudicados por el aumento de las infracciones de tránsito en los últimos meses: pasamos de $ 40.000 a $ 300.000 por mes con las fotomultas”, aclaró para ilustrar que su gremio ya se vio bastante perjudicado con las decisiones de Gobierno.

Algunos especulan que los “negociadores” de Macri tiemblan cada vez que se sientan a debatir con el sindicato porque conocen el inmenso poder de Viviani en la Ciudad y el respaldo Nacional.

Los colectiveros, por su parte, tampoco están muy conformes: “Si el Gobierno deja que los taxistas circulen por los carriles y levanten pasajeros, más vale que no los implementen, porque no van a funcionar”, pidió Roberto Fernández, titular de la Unión Tranviarios Automotor (UTA). “A nosotros Macri nunca nos llamó para consultarnos nada, por eso este martes vamos a hacer una movilización a la Jefatura de Gobierno porteño”, amenazó indignado.

lunes, septiembre 01, 2008

UNA MIRADA ARRABALERA A BUENOS AIRES

CAFE DE LAS CIUDADES
Dirige Marcelo Corti


Terquedad de los vecinos I Columna a cargo de Mario L. Tercco.
"...Terquedades será una tribuna de doctrina" (C. Ricot)
los muchachos a los que me refiero no son refinados, pero sacuden las montañas cuando bailan e.m.cummings.

Creo que la época en que estamos viviendo (medida en meses o a lo sumo en unos pocos años) quedará en la historia como aquella en que los vecinos de Buenos Aires se introdujeron definitivamente como actores en la agenda de la Ciudad (es probable que también pase algo parecido en muchas otras ciudades argentinas y del exterior).
Se que esta afirmación me pone al borde de una falacia muy común: la de considerar la propia época como un tiempo de "bisagra" histórica, simplemente por tener la suerte o la desgracia de vivir en ella y por la distorsión que comprensiblemente ocasiona la vivacidad del presente frente a la abstracción de épocas pasadas que no hemos vivido o que, habiendo vivido, idealizamos para bien o para mal. Pero existen datos ciertamente objetivos que me permiten alegar la pertinencia de mi observación.
Considérense, por ejemplo, acontecimientos como el freno a la construcción de obras admitidas en la normativa urbanística pero rechazadas por "los vecinos" (volveré luego sobre estas comillas…) del barrio en el cual se pretenden construir. Por vía judicial, legislativa o administrativa (por ejemplo, los decretos 1929/06 o 220/07 del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), estas obras han sido paralizadas u obstruidas aun considerando la existencia de derechos que claramente amparan a sus desarrolladores. ¿Era esta situación imaginable algunos años atrás? Antes los vecinos protestaban por excepciones al Código de Planeamiento Urbano; hoy protestan por obras que el propio Código permite, y aun así son escuchados y complacidos por los jueces o por los gobernantes.
Considérese también el espacio dedicado en los medios de comunicación a las protestas vecinales por tal o cual obra, proyecto o normativa. O la importancia de los movimientos vecinales en la consideración de las políticas patrimoniales o en el rechazo a la localización de emprendimientos de dudoso impacto ambiental en determinadas áreas del territorio.
Movimientos vecinales, por supuesto, ha habido siempre (solo hace falta leer Fuenteovejuna para verificarlo…), pero aquí hablo de una fase novedosa. No se trata de movimientos que se queden en el reclamo, la protesta o que, en caso de disponer de la suficiente capacidad de presión o de lobby, obtengan reivindicaciones satisfactorias a sus inquietudes y con eso den por terminada su actuación. Estos movimientos argumentan con referencias disciplinarias y académicas, se instruyen sobre las argucias del derecho y las utilizan para judicializar sus reclamos, sacan de quicio a los "técnicos" (también volveré sobre estas comillas…) y se han ganado, al menos en Buenos Aires, un rol insoslayable en la definición de las políticas urbanas… o en su indefinición.
La explicación de este nuevo rol de los movimientos vecinales no puede reducirse a unos pocos factores. Por el contrario, involucra una multiplicidad de circunstancias; algunas, producto de tendencias globales que encuentran su replica local, otras, específicas de nuestro contexto. Podemos interpretar esta situación como una ampliación del campo de ejercicio de la ciudadanía, producto de la trabajosa consolidación democrática argentina o incluso de la vocación de autogobierno ciudadano que mal o bien afloró en la crisis del 2001 con el "que se vayan todos". Podemos también considerarlo como resultado de la autonomía porteña o como respuesta emergente a los desatinos urbanos que asolaron Buenos Aires desde las operaciones de Cacciatore a las del Concejo Deliberante, como expresión de crisis de liderazgo político (exacerbada en la Ciudad con las contradicciones y falencias del "progresismo berreta") o, en cambio, como ejercicio de derechos constitucionales incorporados en la reforma de la Constitución Nacional de 1994 y en la Constitución autonómica de 1996, en particular los que garantizan los derechos a un medio ambiente saludable y los que establecen mecanismos de participación ciudadana.
Podemos verlos también como consecuencia de la explosión informativa y comunicacional que permiten las nuevas tecnologías y la profusión mediática. No es solo que con Internet cualquier vecino puede armar en pocas horas una cadena informativa y dar la vuelta al mundo informando del problema de su esquina, sino que los medios corporativos necesitan, por un lado, noticias para llenar las pantallas de los canales informativos las 24 horas del día y, por otro, dar demostraciones de tener alguna vinculación concreta con sus consumidores. La Nación, por ejemplo, ha incorporado a su versión digital un servicio de "corresponsales" espontáneos, que informan básicamente sobre estos conflictos barriales. En ocasión de los conflictos por "las torres", Eduardo Reese señalaba la existencia de un cierto "efecto TN", en alusión al canal Todo Noticias, cuya cobertura del conflicto llevaba a todos los rincones de la Argentina el debate urbanístico de Caballito o Villa Urquiza (por cierto, esta amplitud periodística se reduce notablemente cuando se trata de discutir cuestiones urbanas en las que el interés corporativo no coincide con el de la ciudad, como puede verse por ejemplo cuando los grandes medios pasan por alto la invasión del espacio público por el tendido aéreo de los cables de las compañías de televisión paga, la salvaje agresión publicitaria al paisaje urbano o las deficiencias del servicio ferroviario metropolitano, a cuyos concesionarios están asociados para la difusión masiva de sus medios gratuitos).
Hay que considerar también la emergencia de líderes y dirigentes cuyo discurso barrial se entronca con la idea de posicionarse políticamente a partir de las elecciones que en algún momento deberán realizarse para las Comunas porteñas (una estrategia electoral tan legítima como cualquier otra). Y no puede ignorarse tampoco el efecto del boom constructivo e inmobiliario comenzado en 2003 y 2004, que puso en evidencia las fallas del Código de Planeamiento Urbano y la carencia de una adecuada planificación urbana en la Ciudad. Sobre todo, cuando en la génesis de los conflictos alrededor de determinados distritos de zonificación de dicho Código pueden encontrarse las modificaciones realizadas en las épocas de recesión, que pretendieron justamente estimular la actividad de los sectores inmobiliario y de la construcción con aumentos genéricos de capacidad constructiva.
La comprobación del poder creciente de estos movimientos vecinales puede derivar en alguna lectura ingenua, que simplemente lo tome como resultado de un saludable proceso de participación ciudadana, con efectos positivos para la calidad institucional. Sin embargo, este nuevo rol vecinal y el cambio que implica en la correlación de fuerzas políticas de la Ciudad presentan algunos puntos más oscuros.
Por un lado, la comprobación de que los movimientos vecinales no constituyen un bloque homogéneo sino que más bien se caracterizan por su diversidad, a veces estimulante, a veces contradictoria. Participan de estos movimientos colectivos tan heterogéneos como los "sobrevivientes" del asambleismo libertario del 2001, sectores de clase media acomodada o directamente ABC1, vecinos fomentistas, punteros o dirigentes políticos de tercera línea, ambientalistas, patrimonialistas o simplemente individuos que defienden exclusivamente el valor de uso o de cambio del inmueble en el que viven.
Esta heterogeneidad no es en si cuestionable y hasta puede ser considerada una riqueza del movimiento vecinal… salvo por la abundancia de casos en los que se advierte la actitud egoísta y hasta reaccionaria de algunos de los colectivos o individuos involucrados. Esta actitud va desde la mera militancia NIMBY de algunos barrios (cuando por ejemplo se cuestiona la presencia de cartoneros en las calles, la realización de centros de reciclado de residuos o la construcción de cruces viales bajo trazados ferroviarios) hasta tendencias directamente elitistas (la negativa a la construcción, real o supuesta, de viviendas de interés social) o racistas (alegatos contra la localización de comerciantes chinos y sus familias en el Bajo Belgrano, o contra la comunidad boliviana en Liniers). En las Audiencias Públicas que se realizan en la Legislatura porteña en ocasión de la sanción de determinadas leyes, suelen abundar contra-ejemplos de lo que podría entenderse por una "sana participación ciudadana": uso emocional y manipulador del lenguaje, acusaciones sin fundamento, descalificaciones al que piensa distinto, etc. Hasta puede identificarse una entonación y una fraseología propias del "vecino indignado", un metalenguaje que identifica a los colectivos urbanos disidentes.
Por supuesto que "el vecino", como tal, no tiene obligación de elaborar un pensamiento integral de la ciudad ni de intentar una mediación entre intereses particulares, intereses comunitarios restringidos y esa cosa tan escurridiza que algunos seguimos llamando "bien común", aunque sepamos lo resbaloso del terreno que pisamos… La mediación y la visión general son tareas de la administración, de los estamentos profesionales (públicos o privados) y, mal que les pese, de los medios de comunicación. Pero cuando faltan esta mediación y esta visión general, el mero abandono del discurso urbano a "lo que piden los vecinos" puede tener efectos devastadores.
Se ha señalado que la categoría de "vecino' es en realidad pre-política y encubre un reduccionismo de las cuestiones urbanas, y que como tal favorece la fragmentación y el egoísmo. El aislamiento y la insolidaridad de las reivindicaciones vecinales pueden generar un archipiélago de conflictos sin referencia general, y reforzar las tendencias fragmentarias de la urbanización contemporánea. Por ejemplo, a través de la consolidación de ghettos monofuncionales y sociales, la profundización de privilegios a partir de las mayores capacidades de lobby de los sectores sociales más altos y con mejor acceso al poder político y a los medios, y el consiguiente traslado de las externalidades urbanas a áreas de menor visibilidad territorial, política y mediática, acentuando en el espacio las inequidades de la sociedad.
Cuando el "vecino" puede trascender la lógica individual para aceptar su pertenencia a estructuras territoriales, sociales y culturales más amplias, es además de vecino, ciudadano. Pero aunque esta transformación es deseable, no se trata solamente de trasladar a los movimientos vecinales la responsabilidad de una visión integral y solidaria, sino de que esta sea asumida por la política, la intelligentzia e incluso por los medios de comunicación. Esta es la mejor garantía para que las tendencias más cuestionables de los movimientos vecinales puedan ser contrarrestadas. Esto implica estructuras políticas (en el gobierno o en la oposición, electivas o designadas) con proyecto para el territorio y con cuadros para ejecutarlo, dispuestas a escuchar al vecino y ciudadano (sea cual sea su nivel económico o su encuadre político) para respetarlo y considerarlo, no para adularlo, para hacerle creer que se interesan en su problema, o para acceder automáticamente a sus requerimientos si se trata de vecinos con poder o capacidad de lobby. También implica cuadros técnicos y profesionales con humildad y con visión global, conscientes de que la solución de un problema no pasa solamente por la adecuación a un esquema teórico sino por la satisfacción de necesidades y deseos de las personas que usarán o habitarán un área de intervención. Profesionales, por tanto, en los que el rol de "técnicos" no defina una pretendida asepsia con respecto a lo político, sino por el contrario un modo de abordar lo político implícito en las cuestiones urbanas desde el rigor y la precisión disciplinarios.
En nuestra opinión, esta incorporación de los vecinos a la agenda de la política urbana llegó para quedarse. Y aun con las observaciones que hemos formulado, las consecuencias de este proceso deben ser consideradas como positivas. La participación ciudadana es una garantía de control y de pluralidad de opiniones frente a las arbitrariedades y negligencias de gobernantes y funcionarios, los intereses empresariales y rentísticos, y el autismo de los técnicos y profesionales.
MLT

Sobre el Código de Planeamiento Urbano y el proyecto de Plan Urbano Ambiental de Buenos Aires, ver también en café de las ciudades:
Número 66 I Planes y Política de las Ciudades (I) Aprobar y mejorar el PUA I Presentación en la Audiencia Pública del Plan Urbano Ambiental de Buenos Aires I Marcelo Corti
Número 62 I Planes y Política de las ciudades Normativa urbanística: la articulación entre planeamiento, participación y gestión I Sobre los conflictos alrededor del Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires I Marcelo Corti
Número 59 I Planes de las ciudades Preservar la ciudad, preservar el producto I Sobre la Reforma del Código Urbano de Rosario I Roberto Monteverde
Número 47 I Planes de las ciudades Cómo cambiar de una vez por todas el ya agotado (y además confuso) Código de Planeamiento Urbano de Buenos Aires I Apuntes para una normativa urbana (III). I Mario L. Tercco

Sobre movimientos vecinales, ver también en café de las ciudades: