viernes, octubre 09, 2009

La ciudad inundada


Jueves 27 de febrero de 2003 | Publicado en edición impresa

Lamentablemente, el tema de las inundaciones porteñas se ha politizado. Vemos los fenómenos meteorológicos y ambientales en términos del éxito o el fracaso de los funcionarios, antes que discutir el asunto en su globalidad.

El problema de fondo es que se urbanizaron amplias superficies que son inundables. Con la fundación de Villa Crespo, en 1887, por el entonces intendente Crespo, se inició la ocupación de los valles de inundación de los arroyos de la ciudad de Buenos Aires. El valle de inundación es la zona baja que el arroyo ha excavado en sus crecidas. No es apta para construir viviendas y el único uso urbano que debería tener es el de parque público, que, de quedar bajo el agua, no provocaría desastres. Porque la catástrofe no es un fenómeno natural. La catástrofe es la expresión social de un fenómeno natural.

Sin embargo, durante más de un siglo se asentaron cientos de miles de personas en lugares inadecuados. En este punto hay una responsabilidad de quienes fueron autoridades de la ciudad durante todo ese período. La inundación no es responsabilidad exclusiva del jefe de gobierno actual, sino que es compartida con todos sus antecesores desde el año 1887.

Esto crea problemas difíciles desde el punto de vista hidráulico, pero también crea situaciones imposibles desde el punto de vista institucional. Hay que aceptar que el problema de las inundaciones en la ciudad de Buenos Aires no tiene solución. Hay, por supuesto, paliativos, hay inversiones que permiten atenuar las crecidas y, por supuesto, hay que hacerlas. Pero una cosa es hablar de atenuación y otra es hablar de solución definitiva. Lo más sano es admitir que no hay solución definitiva posible (y mucho menos en los niveles de gasto que pueden asignarse a estas obras).

Por arte de magia

¿Por qué nadie se atreve a decirlo y todos prometen la obra mágica para dentro de unos pocos años? ¿Por qué esa promesa se repite desde el entubamiento del arroyo Maldonado, en 1936, e incluso antes? Por una cuestión de responsabilidad jurídica: si las autoridades aceptan que se promovió el asentamiento en zonas no aptas para vivienda, hay cientos de miles de personas que se sentirán con derecho a demandar a la ciudad por haberlas metido adentro del agua. Si el Código de Planeamiento Urbano dice que "aquí se puede vivir", y el terreno es inadecuado, la ciudad es responsable de los daños y perjuicios. Esto pone al funcionario en una trampa que lo obliga a prometer alguna obra mágica que le permita deslizarse hasta el fin de su gestión mientras da alguna esperanza a los afectados.

Pero si despolitizáramos el tema estaríamos en condiciones de discutir no una obra mágica, sino un plan hidráulico integrado, que contemplase la participación de entidades vecinales y profesionales, la realización de obras públicas y medidas tales como la modificación del Código de Planeamiento Urbano para delimitar las áreas inundables. Todo lo que se haga requiere de la evaluación de impacto ambiental en términos de la ley 123 de la ciudad de Buenos Aires, que las autoridades suelen olvidar con mucha frecuencia.

El autor es defensor del pueblo adjunto de la ciudad de Buenos Aires y profesor de las universidades de Buenos Aires y de Belgrano.