lunes, junio 11, 2012

Buenos Aires, ciudad monoambiente


Gabriela Real tiene 34 años y, pese a que trabaja 60 horas semanales como psicóloga en cuatro consultorios diferentes, compró hace dos meses para vivir sola lo único que pudo: un departamento mínimo de 35 metros cuadrados en el barrio de Belgrano. Mucho tiempo le llevó reunir el 20% del valor de la propiedad, otro tanto le prestaron sus familiares y el resto lo financió con un crédito hipotecario. "No me alcanzó el dinero para comprar algo más grande", dijo la joven profesional a LA NACION.
El caso de Gabriela se ajusta perfectamente a la tendencia registrada en la actividad constructiva de la Capital: casi el 80% de los departamentos que se construyen en la ciudad son de apenas uno o dos ambientes, un fenómeno que refleja los cambios sufridos en la economía y la integración de los hogares porteños. Y también impulsado por el negocio inmobiliario.
Durante 2011, según datos de la Secretaría de Planeamiento del gobierno de la ciudad, el 78% de los permisos otorgados para la edificación de viviendas en propiedad horizontal correspondió a unidades de uno y dos ambientes. Diez años antes, la proporción sólo alcanzaba al 39% del total.
Daniel Salaya, presidente de Salaya Romera Propiedades, inmobiliaria que opera principalmente en barrios del norte de la Capital y del conurbano, señaló: "Al haber inexistencia de créditos, la gente llega a lo que puede y no a lo que quiere; generalmente, vive en una propiedad más chica de lo que le sería útil".
La restricción, detalló, se traduce en que profesionales jóvenes sólo tengan acceso a una vivienda propia mínima, o se vean obligados a alquilar. "Entonces, los inversores encuentran en los departamentos de uno y dos ambientes un nicho de gran demanda. Los principales locatarios tienen entre 25 y 35 años, viven solos o en pareja; antes, eran tomadores de crédito y hoy sólo pueden alquilar. También son buscados por los cónyugues divorciados, que vivían en familia en una casa grande y terminan en casas separadas de menos metraje", recordó.
Y, a la hora de captar inversores, "es mucho más fácil colocar bienes de 60.000 dólares porque hay más población con el dinero para acceder a ellos, que la población que puede costear un bien de 350.000 dólares".
Uno de esos que el mercado llama "inversores" es Tatiana Suárez. Psicóloga, de 43 años, con dinero en parte heredado de su padre y en parte ahorrado, decidió comprar por 56.000 dólares un monoambiente de 30 m2 en Charlone y Federico Lacroze, en el barrio de la Chacarita, para ponerlo en alquiler. "A mediados de 2011 hubiera podido adquirir un dos ambiente, pero ahora me alcanzó para un ambiente. Escrituré esta semana. Soy de la tradición de que hay que invertir en ladrillos; si fuera comerciante, me pondría un negocio, pero soy profesional", describió.
Del otro lado del mostrador, la visión del desarrollador Ariel Wasserman, presidente de BWGroup, coincide con la de Suárez. "Desde 2009 y hasta estos últimos meses, en los que hay un parate por la coyuntura económica y financiera, se comenzaron a construir muchos edificios de departamentos chicos porque la gente volcaba sus ahorros a ese tipo de unidades, son una medida ideal para conservar los ahorros, para tener algo tangible y tener renta. Inquilinos siempre hay", sentenció.
Entre esos inquilinos potenciales estuvo Natalia Micheluz, de 23 años, que hace dos meses alquiló un departamento de 45 m2 en Palermo. "No puedo pagar algo más grande; igual, creo que una sola persona no necesita tanto espacio. Comprar no creo que alguna vez pueda; para lograr un préstamo hay que acreditar ingresos muy altos. Tampoco es algo que me resulte muy atractivo, considero que conviene más ahorrar para otra cosa", opinó la joven, que trabaja como secretaria en un estudio contable.

UNA VOZ EN CONTRA

Por limitaciones económicas y por concepciones culturales, el vuelco a los alquileres impulsó un nuevo circuito inmobiliario. "No hay dudas. Nosotros abrimos una tercera sucursal exclusiva para alquileres; tienen un volumen de facturación que se va acercando al de las ventas, antes era insignificante."
Moisés Altman, ingeniero civil y director de Altman Construcciones, con más de 60 años de trayectoria, tiene una visión crítica de la tendencia a construir departamentos cada vez más chicos en la Capital. "Acá hay especulación. Las unidades mínimas las hacen desarrolladores que buscan inversores, y hay más ahorristas con capacidad para menos metros. Así, llenamos a la ciudad de departamentos invivibles, como tubos de ocho metros de largo por tres metros de ancho; está muy bien como una habitación de hotel para dormir, pero para vivir es angustiante. Yo nunca los hice, porque pienso en el usuario final", concluyó.

CAUSAS DE UN FENÓMENO NUEVO

Además de la imposibilidad de ahorrar por los bajos ingresos y las dificultades para acceder a préstamos hipotecarios por las restricciones existentes, el negocio de la construcción de unidades de vivienda mínimas se apoya en una tendencia sociodemográfica cada vez más marcada.
La Encuesta Anual de Hogares que realiza la Dirección General de Estadística y Censos porteña marcó en 2010 que el 60% de los hogares de la ciudad están integrados por sólo una (30,4%) o dos (30%) personas.
En 2001, según el censo de aquel año, sumaban el 54,7%. Dentro
de ese porcentaje, el 25,8%, personas que vivían solas, y el 28,9% estaba compuesto por familias de dos miembros.
La doctora en Ciencias Sociales e investigadora del Instituto Gino Germani de la UBA Victoria
Mazzeo lo explicó así: "En promedio, 2,5 personas integran los hogares porteños".
El fenómeno tiene distintas causas. "Por un lado, influye el envejecimiento de la población; los padres crían a los hijos y, cuando estos dejan la casa familiar, retoman la vida en pareja o, si alguno muere, se achica todavía más por la viudez", señaló Mazzeo.
"Por otro lado, se posterga la formación de una nueva familia y de la primera unión hasta cerca de los 30 años, por lo que hay muchos jóvenes mudándose solos", enumeró la doctora entre las razones de esta nueva tendencia sociodemográfica.
"Finalmente, se observa una notable reducción de la fecundidad; ya que cada mujer tiene menos de dos hijos", opinó la investigadora.
EL MAPA DE LA VIVIENDA MÍNIMA 
Recoleta, Belgrano y Palermo son los barrios porteños donde más se evidencia la tendencia en la construcción de viviendas pequeñas. Villa Urquiza y Núñez no se quedan atrás en este nuevo fenómeno sociocultural y Puerto Madero y San Telmo también se han sumado al mapa del monoambiente capitalino.
60% 
EN 2010 
El porcentaje de hogares porteños habitados por una o dos personas.
2,5% 
POR CASA 
Es el promedio de habitantes por casa en la ciudad..